martes, 24 de abril de 2007

¡SER FELICES NO ES ESTAR DIVERTIDOS!

El gran anhelo de la mayoría de los padres es que los hijos sean felices. Y no hay nada de malo en ello. Lo grave es que la cultura consumista, en su esfuerzo por vendernos cuanta cosa se produce masivamente asegurándonos que nos hará felices, también nos vendió la idea de que la felicidad consiste en vivir constantemente gratificados y divertidos, libres de cualquier contrariedad, tristeza o incomodidad. Y tal parece que ésta es la clase de felicidad que los padres ahora nos esforzamos por brindarle a los hijos.

Con tal propósito, la vida de los niños y de los jóvenes está cada vez más llena de actividades entretenidas para mantenerlos contentos. Ya no es suficiente mandarlos a un campo de verano o al club a que hagan deportes durante las vacaciones. Ahora, hay que procurar tenerles otros planes para las pocas horas que les quedan libres al final del día. Tampoco basta un viaje de vacaciones, hay que programar nuevos paseos para cuando regresen. Y a todo lo largo del año hay que permitirles que anden de plan en plan y complacerlos en cuanto capricho tengan para seguirlos viendo sonrientes, todo lo cual implica que los padres corran y gasten sin misericordia.

El resultado de este esfuerzo es todo lo contrario a lo que nos proponemos: niños y jóvenes inconformes e insaciables, que no saben entretenerse porque nunca lo han hecho, que no ambicionan nada pero lo exigen todo. Y padres exhaustos, estresados y que viven la crianza como una agotadora maratón. Lo contradictorio es que todo esto lo hacemos para garantizar su felicidad y por ende la nuestra. Pero me pregunto ¿de qué felicidad estamos hablando si tanto agite nos tiene extenuados y agobiados, y a los niños y los jóvenes incapacitados para gozar lo mucho que tienen?

Y pasa con ésta lo que pasa con la gripe: nada importa mucho porque la única meta es sentirse lo mejor posible. Dentro de la filosofía de vivir para gozar como medida de felicidad, hartamos a los niños y los jóvenes hasta el hastío y acabamos con su motivación, su entusiasmo y su capacidad de asombro, sentimientos indispensables para que sean felices.

Es en esta forma como se sientan las bases para el "activismo", ese mal del momento en virtud del cual todo el mundo vive a la carrera para tratar de hacer y tener todo, pero sin capacidad ni tiempo para disfrutar nada. Lo grave es que la actividad constante destroza las relaciones familiares, porque convirte ratos de familia en "juntas de planeación estratégica" para ver cómo se estira el tiempo y se logra cumplir con el atiborrado programa del día. Y así se acaba con los espacios libres de toda presiòn en los que se tejen lazos afectivos profundos, esos que nos unen entrañablemente y que no se cultivan con la mera convivencia.

Tenemos que dejar de ser directores de recreación de los hijos. Lo que les está dejando esta vida es un estado de indiferencia por saturación, en el que no hay desafíos, ni ideales heroicos, ni grandes metas, porque lo único que cuenta es pasarla bien. Es decir, no hay una buena razón para vivir, lo que significa que el precio de una “felicidad” tan trivial es una vida sin sentido. No sin razón se ha dicho que “la tragedia de los pobres es que no tienen con qué vivir y la tragedia de los ricos es que no tienen para qué vivir”.

www.angelamarulanda.com

domingo, 22 de abril de 2007

¿SERÁ QUE LOS ADULTOS ESTAMOS TAN SORDOS?

"¿Será que están sordos?". Esta es la frase con la que usualmente los padres les hacemos saber a los niños que no han prestado atención a lo que les hemos dicho. Lo grave es que hoy sordos son la gran mayoría de padres, pues a pesar de las reiteradas advertencias hechas por autoridades mundiales respecto a los peligros que corren nuestros hijos, muy pocos parecen escucharlas.

¿Por qué será que no escuchamos los avisos sobre los peligros de permitir que menores tomen bebidas alcohólicas? ¿Ignoramos que al permitir que beban violamos la ley que lo prohíbe (y de paso enseñamos a violarla)?

¿No sabemos que el exceso de alcohol inhibe la conciencia y anula la voluntad, por lo que quienes se 'pasan de tragos' quedan a merced de sus hormonas, instintos y pasiones?

¿Será que no hemos escuchado las indicaciones médicas que recomiendan que ningún menor de 18 años tenga televisor en su habitación, ni sobre los peligros que representan para la salud mental y moral algunas series y novelas que presentan a toda hora, aún en horarios infantiles?

¿Será que no les hemos prestado atención a las letras de algunas canciones de los ídolos que los jóvenes admiran, y en las cuales los incitan a drogarse, a tener sexo promiscuo, a prácticas satánicas o a suicidarse, ni a los videos musicales como los que ofrece el Canal de televisión MTV, que parecen más un 'show' triple X?

¿Estamos tan sordos, que tampoco escuchamos las advertencias hechas no solo por los científicos sino por el FBI y otras autoridades policivas señalando que los menores de 18 años no deben tener conexión a Internet en su habitación y sólo deberían acceder al ciberespacio cuando los padres están presentes? ¿Y que debemos estar atentos porque por este medio los pueden animar a volverse clientes de sus tiendas porno o acabar siendo seducidos por pedófilos?

¿Será que tampoco hemos escuchado lo que nos advierten los educadores respecto a los riesgos que corren los jóvenes en los paseos de fin de estudios, a los que van sin adultos y sin más motivo que "gozar su juventud" (entiéndase parrandear y tomar trago o consumir drogas) o las pijamadas (fiestas en pijama con amigos de ambos sexos) en las que pasan la noche rumbeando sin supervisión adulta?

¡Ojalá que una experiencia lamentable no sea la que nos haga escuchar cuando ya sea demasiado tarde y haya mucho que lamentar!

Ángela Marulanda, autora y educadora familiar.
www.angelamarulanda.com

sábado, 21 de abril de 2007

EL RETORNO DE LA LLUVIA A VILLA LAURA - RAIN RETURNS TO VILLA LAURA

El banco favorito, ideal para la cita con las estrellas, para bucear o para volar en la lectura, para disfrutar cada concierto del silencio, para evocar más allá de las montañas, para viajar con la tarde...
The favorite bench, ideal for the meeting with the stars, dive or fly between reading, to enjoy every concert of silence, to evoke the mountains beyond, to travel through the afternoon ...

Esta especie de la familia de los líquenes, también conocida como quiche, constituye un desafío a lo imposible: nace, crece y se reproduce en el aire. Plantado con amor, este ejemplar también es capaz de echar raíces en el suelo, en la memoria y en el alma...

This species of the family of lichens, also known as quiche, constitutes a challenge to the impossible: born, grows and reproduces in the air. Sowing with love, this copy is also able to take root in the soil, in memory and in the soul ...

El quiosco: refugio para la plática, para escuchar la música del viento, para meditar, para sintonizar los murmullos de la noche, para apurar una copa...

The kiosk: refuge for chat, to listen to the music of wind, to meditate, to tune the whispers of the night, for drinking a glass ...

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Hoy se siente aquí una intensa frescura a ras de la piel y del espíritu, una especie de vapor frío, un toque mágico en los sentidos, un silencio que invita a inhalar profundamente este aire limpio con aroma de menta, en medio de un suspiro, con una nostalgia a cuestas, con deseos enormes de repetir una vivencia de amor.... Aún sin que la tarde despida todavía al sol, la ocasión invita a encender la chimenea, a tomarse de la mano, a estrechar el abrazo y prolongarlo, a sentir esa cabecita encima del hombro, a entrar en toda la aproximación, al mimo, al beso sin fronteras, al te amo decisivo… Todo esto, gracias a una de esas suertes del Cielo, dignas de contemplar: la lluvia, que ha retornado con toda su gama de color y su prodigio de vida.

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Today feels an intense freshness here flush of the skin and spirit, a kind of steam cold, a touch of magic on the senses, a silence that invites this deeply inhale clean air with scent of mint, in the midst of a sigh, with nostalgia on the shoulders, with tremendous desire to repeat an experience of love ... Even though the afternoon the sun still not dismiss the occasion invites ignite the chimney, taken by the hand, to tighten the embrace and extend it, feeling that head above the shoulder, to enter into any approximation, the mime, the kiss without borders, the decisive I love you… All this, thanks to one of those luck of Heaven, worthy of consideration rain, which has returned with his entire range of color and his prodigy of life.

¡CARTAGENA DE INDIAS!

Fila de atrás, de izquierda a derecha: Tita (México) y su esposo colombiano, Enrique Callejas; su hermano Guillermo Callejas y la hija de éste, Lina, y Margarita Gómez, esposa de Camilo; fila de primer plano: Camilo Tovar; Yadira (hija de Tita y Enrique) y Laura Tovar Gómez.
Guillermo (izquierda) y Enrique Callejas. El primero vive en Warsaw (Indiana) y el segundo en Austin (Texas).



El pasado colonial y el futuro extremo se disputan los privilegios de Cartagena: El clima y el paisaje del Caribe, su posición estratégica y sus tradiciones culturales invitan a venir a este lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad por las Naciones Unidas. En las dos fotos superiores, la visita de la gran familia Callejas de Austin (Texas).

The Colonial and the extreme future dispute the privileges of Cartagena: The climate and the landscape of the Caribbean, its strategic position and its cultural traditions invite to visit this place, declared Patrimony of the Humanity by the United Nations. In the two pictures above, the visit of the great Callejas family from Austin (Texas).

Isla de Barú - Barú Island

martes, 17 de abril de 2007

El RETO CONTRA LAS ADICCIONES

En una época en que la búsqueda del placer, el facilismo, el alto nivel de estrés, el clima de competitividad, la carencia de límites familiares, la carencia del bien-estar (o estar bien) los padres hiperdadores y asustados, el derrumbe de los modelos de rol significativos y la alta disposición de tecnologías de consumo que dan respuesta a las necesidades personales, generan un contexto de expresión globalizada de un modelo único de diversión juvenil, conformado por mandatos que dicen:

Hay que experimentar todo, para poder saber.
Hay que alcanzar el máximo placer en el menor tiempo posible.
Sólo es divertido si hay alcohol, drogas y sexo.
Si no perteneces a este sistema juvenil, eres un tonto.


Es preciso abordar el problema de las adicciones (el internet, la moda, la música, el juego, la dependencia social, el sexo, el dinero, la tecnología, la diversión...) desde diversos puntos de vista, comenzando por la propia familia.

LOS PADRES DE HOY

En una sociedad como esta, que busca desesperadamente el bienestar por encima del bien-ser (léase bien), crecieron generaciones que han recibido hasta lo no pedido, víctimas inocentes de padres con mandatos del tipo “debo darles lo que yo no tuve para que no sufran”, muertos del miedo para no perder el afecto que tanto necesitan en medio de las grandes soledades de nuestra sociedad actual, que evitan poner límites que generen algún conflicto o la posibilidad de ya no ser tan queridos por sus hijos, y que tapan dicha culpa con objetos materiales, o, peor aún, con dinero porque ni siquiera hubo tiempo para comprarles algo.

¡Muchas de las peores cosas en la vida se hacen con las mejores intenciones!

Estos padres son como adolescentes educando adolescentes, aspirando a “ser amigos de sus hijos, dejándolos huérfanos y abandonados, y excusándose en frases trilladas en su experiencia negativa, tales como ‘yo también lo hice (o también me tocó) y aquí estoy vivo’”.

Es esta una generación de pequeños “gerentes del mundo”, que no aceptan límites y consideran que el mundo les adeuda y por ello pueden pasar por encima de cualquiera. Una generación que recibe las consecuencias de la transición de una cultura donde la capacidad de amar se sensualizó, la capacidad de trabajar (de los padres) se hipertrofió para dejar de ser un medio y convertirse en un fin, y la capacidad de sufrir y de enfrentar la adversidad se convirtió en una evasión de la dificultad a toda costa, dejando en consecuencia un caldo de cultivo llamado vacío existencial, terreno fecundo para la búsqueda exagerada de elementos que intenten llenar ese vacío valorativo a través de consumos fugaces pero contundentes (alcohol, drogas, promiscuidad, compras, apuestas, adrenalina…) como si fuera un simple dolor de cabeza que se intenta eliminar con una aspirina.

BÚSQUEDA DEL SENTIDO VITAL Y PREVENCIÓN

La búsqueda de placer, la diversión, lo lúdico, han sido parte de la historia de la humanidad. Por ello, hoy nos enfrentamos a un nuevo modelo, configurado por una serie de tribus urbanas con sus propios uniformes, que en busca de la identidad de la adolescencia rozan con los límites del riesgo, quedando en algunos casos entrampados en problemas que no siempre son de adicción, pero que sí se relacionan con eventos dolorosos que pueden acontecer bajo el efecto de una sustancia (primeras experiencias sexuales nefastas, influidas bajo el consumo de alcohol, accidentes, violaciones…).

¿QUÉ HACER FRENTE A ESTE MODELO?

Un contexto social e histórico construido durante muchos años y equívocamente apoyado por múltiples refuerzos familiares y culturales no es fácil de cambiar.

Sin embargo, la necesidad apremiante de disminuir las consecuencias directas (adicción, daño físico y sicológico…), y las consecuencias indirectas (relaciones sexuales bajo el efecto de las sustancias, accidentes de tránsito, peleas…) exige de los padres y los educadores un cambio de visión y un cambio de mirada que permita replantear el significado de la postura asumida ante el consumo de alcohol y drogas, para poder así generar movimientos que modifiquen el espíritu de la época y desarrollen nuevas formas de relación con las sustancias, con el mundo y consigo mismos.

Talvez uno de los principales obstáculos para desarrollar este cambio de visión se la tendencia general de evaluar la experiencia de otro a partir de la propia experiencia. Es decir, juzgando de esa manera que las acciones que llevan a cabo los jóvenes no tendrán (pensando equivocadamente) mayor repercusión, pues similares acciones también fueron llevadas a cabo por la actual generación de adultos.

Lamentablemente los tiempos han cambiado y seguirán cambiando: Lo que ayer se hizo con tranquilidad hoy no es igual, pues la estructuración de la personalidad, la concepción y la dinámica familiar, el cambio de la educación de la voluntad por la motivación, los nuevos medios de comunicación, la disponibilidad económica, la tolerancia y la permisividad social, así como un sinnúmero de características, hacen que definitivamente no se pueda juzgar la repercusión de ciertas acciones a partir de las consecuencias que los adultos tuvieron o no tuvieron décadas atrás.

Este argumento debe brindarle al padre de familia toda la autoridad para exigir cambios, colocar reglas y regular comportamientos, independientemente de si en su propia juventud se llevaron a cabo las mismas o parecidas acciones Esa no es la discusión.

Por ello, es importante generar estrategias que faciliten el cambio del modelo dominante, por ejemplo, en la diversión. Es decir, establecer normas claras ante el consumo, lo que se aprueba y no se aprueba, recordando que ante más temprana edad se inicie el uso de sustancias, mayor será el daño para la persona.

Es preciso trabajar, por ejemplo, para romper, por ejemplo, la relación alcohol/diversión, generando espacios familiares o celebraciones en donde no se consuma la sustancia, y así pueda demostrarse que la misma no es necesaria para divertirse, y que tan sólo es una opción entre muchas otras.

De igual forma, es importante hacerle seguimiento y vigilar la relación que se tiene con el alcohol y determinar qué tanto altera a los adultos, en el sentido de averiguar si sólo a través del consumo se pueden hacer cosas cotidianas y normales en un adulto bien desarrollado (bailar, establecer conversaciones, desestresarse…) o si realmente se necesita la sustancia para poder moverse en el mundo. De aceptarse esto último, estaremos ante una teoría contraproducente frente al riesgo, lo cual significaría tener un concepto favorable sobre sustancias como el alcohol.

Aunque lo ideal sería evitar su consumo, definitivamente, hay que tener una posición clara frente al alcohol y las drogas, para poder disminuir su amenaza y su riesgo, parte de lo cual será posible si, por lo menos, nos empeñamos en aplazar la edad inicial para el consumo. ¡Terrible decirlo, pero no podemos cerrarlos ojos al mundo de hoy! Así, evitaremos que los hogares (ambiente fundamental para el sano desarrollo) se conviertan en pequeñas licoreras y que niños y adolescentes sean utilizados para comprar bebidas alcohólicas, conducta ilegal y a veces fomentada por los mismos padres. ¡Padres que pueden ser, precisamente, los padres de los amigos de nuestros hijos!

Efrén Martínez Ortiz
Revista Universidad Javeriana
Septiembre 2006. No. 728